Ya no cuento las veces que he ido a Barcelona, por temor a que me digan que estoy algo *obsesionada*. Sólo digo que he ido muchas veces. Pero me gusta, pues allá me siento en casa. En todas estas visitas he encontrado tres razones que, según yo, justifican viajar a Barcelona. Son las razones por las que sigo yendo, y que explico acá, esperando que quieras dar el paso tu también.
RAZÓN UNO: LAS FIESTAS EN BARCELONA
En Catalunya hay fiestas populares durante todo el año. La diferencia con Barcelona es que las fiestas se abren a toda la ciudad. Por ejemplo, la Mercé (24 de septiembre) tiene en su programa una multitud de conciertos, exhibiciones, bailes, espectáculos de fuegos, exposiciones de arte, etc. Y también tiene un evento muy tradicional, en que los gigantes saludan a su ciudad. Cada pareja de gigantes representa una iglesia, y tienen su canción que bailan cuando se presentan. Se suele ver a los niños siguiendo el ritmo de estas canciones, que seguramente aprendieron de sus padres. Además están los paseos de las bestias de fuego, representaciones de animales mitológicos -cada uno con su baile y su historia- hechos con papel maché, que los lleva un grupo de personas-o colla– y que en su presentación final, destilan fuego por todos lados.
Otra fiesta no tan estruendosa, pero de las que más me gustan, es la del dÃía del amor, el 23 de abril. En toda Catalunya se celebra el día de Sant Jordi como el día del amor, no sólo de los enamorados, ojo!. La tradición indica que las mujeres reciben una rosa y los hombres un libro. Entonces ese día, Barcelona se transforma en una florería y librería gigante: buena parte de las calles del centro están cubiertas de rosas y libros. Los autores firman, las radios transmiten desde las principales plazas, hay un montón de amor dando vuelta.. Y participan todos, niños, adultos, turistas. Este tipo de cosas hacen que viajar a Barcelona para formar parte de sus fiestas, sea una experiencia única.
RAZÓN DOS: LOS RINCONES DE BARCELONA
Es muy probable que paseando por su barrio gótico, una de las zonas más concurridas por los turistas, te encuentres con rincones escondidos, que pasan desapercibidos para la mayoría. Mi mejor ejemplo es la placa Sant Felip Neri, cerca de la catedral (entrar por la calle del mismo nombre, la plaza está justo después de un arco), no es tan fácil de ubicar, pero es maravilloso su silencio. O el claustro de la catedral, donde hay una tranquilidad absoluta. Otro ejemplo son los pequeños jardines sorpresa que aparecen paseando por algún barrio, como el que está acá en la foto, en medio del barrio Sant Gervasi.
RAZÓN TRES: LAS SORPRESAS DE BARCELONA
Está claro que todas las ciudades tienen edificios bonitos, que nos lleman la atención o encontremos curiosos. En Barcelona pasa que, además de eso, te llevas sorpresas. Vas a comprar a la farmacia, y ésta es del año 1870 con una puerta de madera modernista, con flores de colores grabadas. O vas a algo de primera necesidad- no sé, por ejemplo, a ver zapatos (!) – y te encuentras con la casa Sayrach, uno de los últimos descubrimientos que hice, en medio de la avinguda Diagonal. O sales del metro y ves la casa Batlló a un lado, y dos cuadras más allá, la Pedrera. Una vez fui a que me arreglaran el teléfono y me encontré la casa Vicens, la primera que diseñó Gaud. Y Gaudí no es el único que deja estas sorpresas; hay muchos edificios más en L’Eixample, Gracia y otros barrios. Un consejo que me dio alguien una vez, fue que al viajar a Barcelona, estuviera pendiente de mirar siempre para arriba: nunca se sabe dónde encontrarás algo que te conmueva.
BONUS: He visto hartas iglesias en mi vida, algunas icónicas, otras chiquitas; todas con su propio encanto. Pero no sé si podría encontrar estos colores y esta inspiración en otro lado: la famosa Sagrada Familia. Nota: ya está abierta para misas. Revisa su web el calendario, para ver si estando allá puedes ir. Con esto, seguro ya tendrás otra razón para hacer de Barcelona una visita inolvidable.