A pesar de estar bastante al norte y de gozar de mala fama con el clima, Edimburgo recibe a quienes la visitan con una sonrisa amable. Es una ciudad pequeña, tranquila, donde es difícil imaginar toda la sangre que corrió por sus calles, cientos de años atrás. Símbolo de una tierra siempre en disputa, de alguna manera supo mantenerse en pie y no sólo eso, sino que desplegarse hoy con personalidad propia. Un poco libertaria y rebelde, tal vez por su pasado, o por ser tan distintos -orgullosamente como ellos dirían- de sus vecinos de Inglaterra. Así que a pesar de su color imperante, el gris, esta ciudad tiene muchísimos más colores y cosas por descubrir que sólo su castillo.
Pero partamos por ahí, por la su parte antigua, conocida como Old Town, que a mí me fascinó por lo particular. Y también, convengamos, por su aire gótico y medieval, ¡yay!. Pero en Edimburgo hay muchísimo más que sólo algunas construcciones viejas que rodean a un castillo. Hay muchos niveles, terrazas, arcos, dado cómo se fue construyendo esta parte de la ciudad, de a poco y a medida de la necesidad. Se intuyen muchas capas, y entre medio, algunos oasis de calma y verdor.
Esta parte antigua se caracteriza por sus calles apretadas, además de conservar aún algunos edificios cubiertos en hollín, que fueron los primeros rascacielos del mundo occidental. Me contaron que muchos edificios no los han limpiado, para mantener el recuerdo de lo cruda que fue la revolución industrial para los habitantes más pobres de la zona. Hoy son recuerdo de vidas pasadas, aunque muy presentes aún en el alma de esta ciudad.
Caminando por estas calles es posible ir descubriendo algunos detalles, un poco más allá de la atracción más conocida, que es el castillo. Entre estos callejones y construcciones de color gris-café, es posible ir descubrir algunas de las capas, lo que mantiene viva a esta ciudad a lo largo de los años: sus bares, restaurantes, tiendas pequeñas, y el tremendo cariño que tienen sus habitantes por ella.
Así que sin más, les presento cinco vistas del Old Town de Edimburgo a visitar, que me encantaron, y a las que volví varias veces:
LA ROYAL MILE
El Old Town se desarrolla en torno al majestuoso castillo, enorme mole desde la que un día se gobernaron los destinos de Escocia, y hoy es uno de los puntos más visitados de este país. Desde el castillo nace la principal calle del Old Town, la Royal Mile, llamada así dado que une a este castillo con el otro, donde los reyes también residían: el de Holyrood -también visitable-. La Royal Mile tiene un sin fín de paradas turísticas, como ésta, la catedral, y también está la Market Cross correspondiente. Este es un monumento que indicaba dónde se hacía el mercado en tiempos antiguos, y se encuentra en muchos pueblos escoceses. Lo curioso es que suele coronarlo un unicornio, el animal nacional de Escocia. ¡Hasta en eso son especiales!.
(Por qué no tiene rey Escocia hoy se preguntarán ustedes.. bueno, pasó que después de pasar siglos con soberanía, llegó un heredero al trono escocés, hijo de María de Escocia, quien también pasó a heredar el trono de Inglaterra.. y unió ambos reinos y nunca más se pudieron separar!)
VICTORIA STREET & TERRACES
En torno a la Royal Mile transcurre buena parte de la vida del Old Town, con infinidad de bares, restaurantes, lugares para comprar souvenirs, museos, etc. Pero escapándonos unos metros de esta concurrida vía, podemos encontrarnos con zonas mágicas. Por ejemplo, esta calle, la Victoria Street. Llena de bares y tiendas de diseño hoy, florece con colores propios, muy distintos al gris circundante. En esta calle además se puede subir a una terraza, desde donde se obtienen vistas tan icónicas como ésta, de la escuela George Heriot. Dicen que fue la que inspiró a la autora de Harry Potter, que solía concurrir a los cafés de la zona a escribir.
CALLES DEL OLD TOWN
El Old Town está construido en varios niveles, lo que hace que para llegar a él desde la zona plana del New Town -la estación de tren y los parques- debamos subir un poco. Esto otorga una hermosa perspectiva a las calles que van llevando hacia la Royal Mile, invitando a subir para descubrirlas. Es fácil perderse en estas calles, aunque casi siempre llegamos de vuelta a territorio conocido. Estos son algunos ejemplos de las calles alrededor de esta vía. Mientras más alto, más cerca del castillo y del Old Town estamos…
Un ejemplo de estas calles es la de Cockburn, que une el Old Town con la zona de la estación de tren y el New Town – la primera de estas imágenes. Las otras son calles cercanas, todas de piedra y con un encanto bien especial.
GREYFRIARS KIRKYARD
Una de las cosas con las que uno se familiariza en Edimburgo -y en Escocia en general- son las iglesias con sus cementerios tipo parque. En particular, el de Greyfriars es conocido tanto por los cuentos de sus moradores, que se dice que a veces salen a pasear por ahí, como porque en él está un fiel compañero de un cuidador del cementerio. El perrito Bobby es un símbolo de la ciudad, y es famoso porque luego que su amo falleció, él no se movió del cementerio. Nunca más. Hoy este y otros cementerios son remansos de paz, pequeños oasis de tranquilidad para abstraerse un poco del bullicio.
CASTILLO DE EDIMBURGO
Testigo de mil batallas, de nacimientos y muertes de reyes, la extensa historia del castillo de Edimburgo se manifiesta en todo su esplendor al visitarlo. Hoy sólo se usa como centro de recepciones oficiales, un destino que parece muy sencillo en comparación al que tuvo en otras épocas. Es omnipresente y se ve desde todos lados. Ya habrá post sobre este castillo, pero por el moemento puedo decir que ese sí es un imprescindible de Edimburgo, para entender su historia y cultura.
Todas estas calles y edificios forman un marco increíble para una visita a Edimburgo. Hay mucho más por conocer, pero para partir, el Old Town deja entrar fácil, invita a todos a llegar y adentrarse en esas callejuelas estrechas, moverse un poco hacia el norte y de a poco entusiasmarte a ir más allá, hacia pueblos, lagos, las tierras altas y la interminable belleza de Escocia. Me pasó que por un tiempo Edimburgo fue la ciudad más lejana a la que había viajado, y aún con eso, los locales, los paseos tranquilos por estas calles o por las de la zona más nueva, bajaron todas mis defensas y ahuyentaron todos mis temores de estar tan lejos.. al final, en todas partes encontramos lo mismo, personas tratando de conectar con otros. Y Edimburgo es el lugar ideal para hacerlo..
¿Se motivan?